
Isabel I de Inglaterra, la reina virgen
Por Verónica de la Cruz, redactora de contenidos en Britania for you
La última monarca de la dinastía Tudor es una de las soberanas inglesas más populares y desde luego que motivos no le faltan. El reinado de Isabel I de Inglaterra fué uno de los más largos de la historia, con 44 años ostentando el poder en el trono.
Apodada la Reina Virgen (Virgin Queen), Gloriana o la Buena Reina Bess (Good Queen Bess), Isabel I fué una mujer fuerte, valiente y luchadora que gobernó su país en solitario, pues no quiso compartir el poder que tanto le costó conseguir con ningún esposo.
Infancia y juventud de Isabel I
Elizabeth Tudor nació en el palacio de Greenwich el 7 de septiembre de 1533. Fué la quinta y última monarca de la dinastía de los Tudor, ya que no dejó descendencia. Su reinado se extendió desde el día de su coronación el 17 de noviembre de 1558, hasta su fallecimiento el 24 de marzo de 1603. Fué reina de Inglaterra, Gales e Irlanda.
Hija de Ana Bolena y Enrique VIII, quedó huérfana de madre a los 3 años cuando ésta fue ejecutada, acusada por el rey Enrique VIII de adulterio e incesto (acusaciones que hoy en día se creen falsas, pero eso es otra historia).

Al morir su madre, la pequeña Isabel fue declarada hija ilegítima y se le retiró el título de princesa. Pasó gran parte de su infancia y juventud al cuidado de diversas niñeras, alejada de la vida de la corte, así como también de su padre y sus posteriores esposas.
La última de las esposas de su padre, Catherine Parr, medió para que ambos se reconciliaran y la ayudó a recuperar el título de princesa. Cuando el rey Enrique VIII murió, la llevó con ella de vuelta a la corte para darle una educación privilegiada. Isabel aprendió griego y latín, así como también las principales lenguas europeas de la época como francés, italiano y español. También bajo la influencia de Lady Catherine, se formó como protestante.
Isabel I de Inglaterra, casada con su patria
Isabel fué coronada en la Abadía de Westminster, a la edad de 25 años, tras la prematura muerte de sus hermanastros Eduardo VI primero y más tarde María I. Desde el principio demostró sus dotes para gobernar Inglaterra ella sola, a pesar de la constante presión a la que se veía sometida para que se casara y diera un heredero al trono.
Nunca lo hizo, y no por falta de pretendientes precisamente, desafiando así las normas de género de la época. Isabel I de Inglaterra deseaba ostentar el poder de forma exclusiva, ese que tanto le había costado obtener, de modo que no estaba dispuesta a que ningún rey le hiciera sombra.
Isabel I nunca se casó – y no por falta de proposiciones – ni tuvo hijos. Se dedicó en cuerpo y alma a su patria: Inglaterra fue su marido y los ingleses sus hijos.
Pronto empezó a ser conocida como la Reina Virgen y se generó un gran culto alrededor de su figura a medida que iba envejeciendo soltera. Ella misma afirmaba que estaba casada con su reino, Inglaterra, y que sus súbditos eran sus hijos. Tal fué el mito de su virginidad, que la primera colonia inglesa en América del Norte se llamó Virginia en su honor.

Una reina quizás no tan virgen
La monarca Isabel I de Inglaterra ha sido descrita como una mujer atractiva durante su juventud, aunque no se puede afirmar alegremente que envejeciera bien. Físicamente era alta, delgada y de facciones delicadas, como su madre, Ana Bolena. Su cabello era rojizo, una clara herencia de los Tudor.
De carácter era fuerte, carismática, temperamental, enamoradiza, coqueta y caprichosa. Siempre iba a la última moda, creando tendencias en la corte y usaba sus encantos para flirtear con cualquier apuesto caballero. Ellos le seguían la corriente para obtener su favor como reina.
Como es natural, Isabel era mujer y humana. Su supuesta virginidad tenía más de mito que de realidad y fingió guardar castidad solo de cara a la galería. Se le atribuyen diversos amoríos, entre ellos el más destacable fué Robert Dudley, conde de Leicester.
Robert Dudley vivió instalado en su corte y obtuvo un trato especial por parte de ella, dotándole de diversos privilegios. Existen incluso algunas teorías acerca de un posible hijo ilegítimo con él, el cual fué llevado a España recién nacido para ocultarlo.
Además del conde de Leicester, Isabel I de Inglaterra tuvo incontables pretendientes de lo más variopinto haciendo cola en su corte. Muchos llegaron a pedir su mano, entre ellos el rey Felipe II de España, su ex-cuñado y recientemente viudo de su hermanastra María I.
Todos los hombres que mostraban interés en casarse con ella eran sistemáticamente rechazados. Su supuesto romance de jovencita con Thomas Seymour, con quien se casó su madrastra Catherine Parr tras la muerte del rey Enrique VIII, supuso un escándalo en la corte que estuvo al borde de llegar a hacerse público.
Católicos y protestantes durante el reinado de Isabel I de Inglaterra
Durante todo su reinado Inglaterra estuvo dividida por la religión debido a la reforma protestante que introdujo su padre Enrique VIII. Su antecesora, la reina María I (o Bloody Mary, como se la conocía popularmente), había impuesto de nuevo el catolicismo a Inglaterra.
Cuando Isabel accedió al trono tras su muerte, una de las primeras medidas que tomó fue romper nuevamente con el Papa de Roma, tal y como hizo su padre décadas atrás. Así, estableció la iglesia anglicana de Inglaterra, aunque fué más tolerante que su hermanastra, pues consintió la práctica del catolicismo sin perseguirlos.
Isabel I de Inglaterra siempre mantuvo tensas relaciones con España. El rey Felipe II de España le propuso matrimonio en un intento de perpetuar sus intereses católicos tras el fallecimiento de María I. Pero fué dando largas a su ex-cuñado, ya que no tenía ningún interés ni en contraer matrimonio, ni en perpetuar el catolicismo. De modo que la relaciones con España se fueron enfriando progresivamente.
Isabel I era bien conocida tanto por sus virtudes como por sus defectos, ya que también era una persona egocéntrica, ávida de poder e incluso a veces cruel. En 1587 mandó ejecutar a su prima María Estuardo, conocida popularmente como La reina de los Escoceses (Mary Queen of the Scots). María Estuardo suponía una grave amenaza para el trono de Inglaterra, pues ésta reclamaba el trono y representaba el catolicismo más ferviente, de modo que la mantuvo recluída durante muchos años.
Finalmente, se destapó una conspiración para asesinar a Isabel I donde estaba implicada tanto María Estuardo como el reino de España, lo que propició su condena. Murió decapitada como una mártir católica.

La edad de oro Isabelina
En pleno auge del renacentismo, el reinado de Isabel I de Inglaterra se conoce como el período Isabelino. En Inglaterra fué una época de gran esplendor cultural, con figuras como William Shakespeare y Christopher Marlowe en la literatura inglesa.
La exaltación patriótica cobró suma importancia. La alegoría de Britannia, que es la caracterización de la isla de Gran Bretaña en una figura humana, fué utilizada por primera vez en 1572 y poco a poco empezó a cobrar importancia.
Durante el siglo XVI recibieron un gran impulso las actividades artesanales y manufacturas. De este modo se sentaron las bases para una industria nacional del vidrio, la cerámica, la seda y se incrementaron las exportaciones de las manufacturas de lana.
También se reforzó la flota militar y mercantil del país gracias a la labor de corsarios como el conocido Sir Francis Drake. Se podría decir que Elizabeth Tudor sentó las bases de la expansión del Imperio Inglés durante su reinado.

En pie de guerra contra España
La reina Isabel I apoyó cualquier acción que dañara la hegemonía del reino de España. Era su gran enemigo, pues el imperio Español dominaba Europa por aquel entonces y estaba en su máximo apogeo.
Estas acciones iban desde autorizar a los corsarios ingleses a atacar barcos españoles que volvían del nuevo mundo cargados de riquezas, hasta apoyar revueltas y levantamientos en los Países Bajos y Portugal contra la ocupación española.
Finalmente, la tensión con España desembocó en la famosa batalla de la Armada Invencible en aguas del canal de la Mancha en 1588. Es muy popular el discurso de la reina Elizabeth I en Tilbury, el cual iba dirigido a las tropas inglesas que aguardaban la llegada de la flota Española. España tuvo que retirarse debido al gran número de embarcaciones perdidas.
La guerra acabó arruinando económicamente a ambos países, sobretodo por la contra-armada que Inglaterra envió para atacar España al año siguiente. Finalmente, ambos reinos firmaron un tratado de paz tras la muerte de Isabel I, ya bajo el reinado de su sucesor al trono Jacobo I.
El fin de su reinado coincidió con el lento comienzo de la decadencia del imperio Español y el inicio del posicionamiento de Inglaterra como primera potencia mundial, sobretodo por su reafirmación naval y el control de las colonias en América del Norte.
Muerte y final del reinado de Isabel I
La monarca falleció el 24 de marzo de 1603 en la calma e intimidad del palacio de Richmond. Fué así como finalizó el reinado de Isabel I de Inglaterra. Antes designó a su sucesor: escogió ni más ni menos que al hijo de María Estuardo, su primo Jacobo, que por entonces era rey de Escocia. De modo que pasó a ser Jacobo I de Inglaterra e Irlanda, además de continuar siendo Jacobo VI de Escocia.
El ascenso al trono del rey Jacobo I supuso el inicio del proceso de unificación de los reinos de Inglaterra, Irlanda y Escocia, conocido con el nombre de Unión de las coronas o Union of the crowns en inglés. ¿Tal vez Isabel I sentía culpa por la muerte de María Estuardo?
Se desconoce cuál fue la causa exacta de su muerte. En sus últimos años padecía insomnio, depresión y debilidad generalizada. También se comentaba que se sentía atormentada por la muerte de María Estuardo.
Isabel I fué recluyéndose paulatinamente en sus aposentos, aislándose por completo del mundo exterior. Su encierro llegó a tal punto que incluso ordenó retirar todos los espejos que tenía en su dormitorio para así evitar contemplar su aspecto demacrado.
Finalmente, falleció tumbada sobre unos cojines que habían extendido en el suelo sus damas de honor, no se sabe si por muerte natural o una neumonía. Se habla también de una posible intoxicación con cerusa, una sustancia que utilizaba como maquillaje para cubrirse la piel del rostro dándole de un aspecto blanco.
La figura de Isabel I de Inglaterra ha sido llevada a la gran pantalla en diferentes largometrajes. Quizás la interpretación más popular es la que hizo la actriz Cate Blanchett en las dos películas basadas en su vida y reinado: Elizabeth (1998) y Elizabeth I: La edad de oro (2007).
Sea como sea, la reina virgen fué una adelantada a su tiempo. Isabel I de Inglaterra tuvo un carácter fuerte, llegando a ser incluso despiadada con cualquiera que osara amenazar su poder. Encarnó a la gran feminista de la edad moderna, aquella que no quiso que la llevara ningún hombre al altar para que no le arrebataran su independencia y poder en el trono. Sin duda, el suyo fué un reinado insólito teniendo en cuenta los valores de la sociedad del siglo XVI.
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