
Siurana de Tarragona, una belleza en las montañas de Prades
Por Verónica de la Cruz, redactora de contenidos en Britania for you
Nuestra excursión a Siurana de Tarragona fue algo más fortuito que planeado, pero a veces la improvisación trae consigo sorpresas muy gratas. Subiendo por la sinuosa y pendiente carretera uno ya se va haciendo a la idea de la altitud a la que se encuentra este pintoresco pueblo de la comarca del Priorat. Y es que está situado ni más ni menos que en la cima de un peñasco, vigilando silencioso un extenso paisaje inolvidable.
Llegada a Siurana de Tarragona
Nada más llegar a la entrada del pueblo nos encontramos con un señor que nos indicó que teníamos que dejar el coche en el parking que había justo al lado. Debido a la gran afluencia de turistas y el reducido tamaño del pueblo – que por cierto, no cuenta con salida, solo entrada – han tenido que organizarlo así.

Desde el parking hasta el pueblo hay unos 10 minutos caminando, que únicamente se nos hicieron algo pesados debido a las altas temperaturas del mes de agosto, pero los paisajes que íbamos contemplando por el camino lo hacían más ameno. De hecho, encontraréis varios parkings, uno más alejado (el que nos tocó a nosotros) y otro justo a la entrada de Siurana, desde el que hay que caminar mucho menos. Pagamos 3 euros por aparcar todo el día.
Un pintoresco pueblo de calles empedradas
Enseguida uno se da cuenta de que en Siurana es todo antiguo, pero hasta el más mínimo detalle está cuidado. Sus típicas calles empedradas, sus robustas casas también de piedra decoradas con flores de vistosos colores, el coqueto diseño de los bancos para sentarse a descansar un rato… Hasta las farolas estaban decoradas con plantas!
Uno de sus mayores atractivos son las vistas que ofrece desde el límite del vertiginoso peñasco en el que se encuentra enclavado, con el pantano de Siurana abajo y la iglesia de Santa María presidiendo la imagen.



Podemos parar para comer o tomar algo en varios sitios, nosotros elegimos el histórico bar-restaurante La Acacia en la pequeña pero acogedora plaza del pueblo, la Plaça Nova. Si hace buen tiempo podréis disfrutar de una comida, una cena, un aperitivo o simplemente saborear unos refrescos en su terraza. Nosotros optamos por unos refrescos bien fríos para coger fuerzas que nos supieron a gloria y así explorar tranquilamente Siurana.

La verdad es que Siurana se visita rápido, en apenas una hora habíamos recorrido la totalidad del pueblo, deteniéndonos para tomar fotos y sin demasiadas prisas. Y es que tan solo cuenta con unos 27 habitantes, según datos del censo recientes.

La iglesia de Santa María de Siurana
Está datada del siglo XII y tengo que destacar que se encuentra muy bien conservada. La iglesia románica de Santa María de Siurana preside la típica postal de este pueblo, junto al mirador más famoso con el pantano abajo. Fue construida tras la llegada de las tropas del conde Ramón Berenguer IV en 1154, convirtiéndose en un importante punto de defensa en la frontera entre cristianos y musulmanes.

En su interior podemos ver la figura de la virgen del agua, todo un símbolo de la importancia de las lluvias para el cultivo de los terrenos y las cosechas en la zona. Cuenta la leyenda popular que la imagen fue traída por el propio Ramón Berenguer IV, quien la llevaba siempre que iba de campaña contra los musulmanes. Se dice que muchas de las batallas más importantes ganadas contra los sarracenos fueron gracias a la ayuda de la imagen de la virgen del agua. Una vez reconquistado Siurana, al fundar Ramón Berenguer la iglesia de Santa María, dejó aquí su estampa de la suerte como patrona de la población.

El castillo de Siurana
Poco queda en pie de lo que en su día fuera una importante fortificación defensiva bajo el dominio musulmán. El castillo de Siurana está situado estratégicamente para cerrar el paso al centro urbano y se cree que fue habitado ya desde tiempos remotos. A los pies de un imponente barranco se pueden observar las ruinas del castillo con algún que otro panel explicativo.
No fue hasta el año 1153 que el ya anteriormente mencionado conde de Barcelona Ramón Berenguer IV reconquistó estas tierras y dominó definitivamente el castillo de Siurana. Los musulmanes fueron expulsados, siendo este uno de los últimos lugares que ocuparon en lo que hoy conocemos como Cataluña. A partir de entonces, la fortificación pasó a manos de Bertrán de Castellet y más tarde a las de Albert de Castellvell.

La leyenda de la Reina Mora
La reconquista dio pie a leyendas tan míticas en Siurana de Tarragona como la de la Reina Mora. Se dice que Abd-El-Azia fue una reina musulmana muy famosa por los relatos que corrían de boca en boca alabando su gran belleza. Cuando los cristianos llegaron a las puertas del castillo para atacarlo sentían una enorme curiosidad y expectación por comprobarlo con sus propios ojos.
Pero el acceso al castillo era muy complicado y acabaron haciendo un trato con un acaudalado e influyente judío que traicionó a los musulmanes. Éste les ofreció a los cristianos ayuda para tomar el castillo a cambio de que conservaran todos sus bienes y no atacaran a los judíos. Pero los cristianos, una vez conseguido su objetivo, no cumplieron con su parte del trato y arrasaron con todo cuanto encontraron a su paso.
La hermosa reina Abd-El-Azia no esperaba la visita de los cristianos y se dice que en el momento en que los invasores entraron en el castillo, ella se encontraba celebrando una lujosa fiesta por todo lo alto en uno de los salones más elegantes. La reina, en un acto de impulsividad para evitar ser capturada por el enemigo, montó rápidamente en su corcel blanco y cabalgando a toda prisa se lanzó por uno de los despeñaderos que rodean el castillo ante la mirada atónita de los caballeros cristianos.
Se dice que el caballo intentó frenar en el borde del precipicio y todavía podemos ver la marca de la herradura, lugar que se conoce como “El salto de la reina mora”. Podemos observar este enclave junto a las ruinas del castillo, aunque hay que caminar con sumo cuidado, ya que los despeñaderos son peligrosos y no están vallados.
El pantano de Siurana de Tarragona y el paisaje
El río Siurana, principal afluyente del Ebro, serpentea entre las montañas de Prades y la sierra de Montsant, proveyendo de agua al pantano. Si estáis por allí, merece la pena acercarse al embalse para pasear o realizar alguna de las actividades acuáticas que ofrecen, como un paseo en kayak o piragua por sus aguas. En el Toll de la Palla, una pequeña playita, es muy recomendable darse un baño en verano cuando las temperaturas son altas.

No os olvidéis de que muy cerca de Siurana y las montañas de Padres está la ciudad de Tarragona, que si no la habéis visitado nunca, os la recomiendo al 100%. Sobretodo es de recibo dar un paseo por el anfiteatro de Tarraco y sus abundantes ruinas Romanas como el circo, el foro o las murallas.
¿Habéis estado en Siurana o alrededores? ¿Conocéis más pueblos bonitos? ¡Contadme en los comentarios!

